EUROPA CONTRA MARRUECOS O EUROPA CONTRA EUROPA
Las negociaciones entre la Unión Europea y Marruecos sobre el
Acuerdo de Asociación agrícola son, en realidad, una máscara, a tenor de los
datos financieros: dos tercios de las frutas y hortalizas que se producen en el
país alauita son de empresas de capital europeo y un 40% de ellas andaluzas,
según datos de la Oficina Económica y Comercial Española en Rabat. De ese 40%,
la mayor parte de las firmas inversoras están capitaneadas por empresarios
agrícolas almerienses, una realidad que se va abriendo paso cada vez más en los
últimos años por mucho que se intente silenciar por los propios operadores
europeos. Almería está a menos de 48 horas del desenlace del nudo gordiano, de
esa madeja de Penélope que ha sido durante estos últimos años el nuevo Acuerdo y
la consiguiente entrada de producto competidor de Marruecos. Sin embargo, por la
identidad los propietarios y arrendatarios de los campos de hortalizas, los
incumplimientos de cupos, de aranceles y de condiciones sanitarias y de
trazabilidad no son solo de productores de arraigo magrebí, aunque sea el propio
monarca alauita uno de los principales magnates del sector. Predios de Larache,
Agadir y otras zonas del agro marroquí están colonizadas por capital extranjero,
especialmente andaluz, tanto en fresa como en tomate, pimiento, berenjena, melón
y sandía, como se ha venido observando cada vez con mayor intensidad. Por tanto,
con quien pactará la UE pasado mañana en el corazón de Europa no es con firmas
magrebíes sino con propios empresarios del viejo continente; con quien luchan
los agricultores de Níjar o de El Ejido no es contra los gigantes alauítas sino
con las aspas de molinos de viento holandeses, franceses o italianos. De
ratificarse el jueves el Acuerdo de asociación, las ventajas competitivas
aumentarán para los inversores europeos en Marruecos: menores costes de
producción, menores exigencias sanitarias y de trazabilidad y por tanto mayor
posibilidad de márgenes comerciales, amparados en la producción en régimen de
‘low cost’. El riesgo para el campo almeriense, según coinciden los expertos, es
que cada vez más el tablero productivo se traslade al país con el que Almería
tiene frontera sur haciendo tambalear parte de los metros ganados como cluster
de la industria auxiliar de la agricultura.
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